Un análisis sobre la potencial exposición de Sudamérica ante una eventual explosión nuclear en Medio Oriente fue desarrollado a partir de datos de la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBTO), la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) y estimaciones científicas sobre dispersión de materiales radiactivos.
La región sudamericana se encuentra a más de 11.000 kilómetros de distancia del epicentro geográfico de Medio Oriente.
Esta separación reduce considerablemente el impacto directo de una detonación nuclear en términos de radiación térmica, onda expansiva y pulso electromagnético.
Sin embargo, expertos señalan que la posibilidad de efectos indirectos como la circulación de partículas radiactivas en la atmósfera no puede descartarse, dependiendo del tipo de explosión, altitud, condiciones meteorológicas y dirección de los vientos estratosféricos.
Las explosiones nucleares liberan radiación ionizante, que puede provocar desde quemaduras agudas hasta efectos más prolongados como alteraciones genéticas y enfermedades oncológicas. La exposición directa ocurre en zonas cercanas al punto de detonación.
En el caso de material radiactivo transportado a largas distancias, los efectos dependerían de la cantidad, concentración y tiempo de exposición.
Las partículas más livianas pueden permanecer en la atmósfera durante semanas, aunque en niveles mucho menores que los registrados en las zonas inmediatas.
El tiempo que tarda en desaparecer la radiación depende del isótopo liberado. Por ejemplo, el cesio-137 y el estroncio-90, comunes en armas nucleares, tienen una vida media de aproximadamente 30 años, mientras que el yodo-131, otro compuesto común, se degrada en unos 8 días.
No obstante, la dispersión a gran escala de estos elementos en regiones tan lejanas como Sudamérica requeriría condiciones extremas de propagación atmosférica, poco frecuentes en la mayoría de los modelos climáticos actuales.
Otra vía de análisis contempla el impacto logístico y comercial. Un evento nuclear podría generar restricciones en rutas aéreas internacionales o afectar el transporte marítimo, lo cual tendría consecuencias indirectas sobre cadenas de suministro globales que conectan a Sudamérica con otras regiones.