Los recientes ataques aéreos contra instalaciones nucleares iraníes han puesto nuevamente en foco el tránsito energético a través del estrecho de Ormuz, una vía por donde circula cerca del 20% del suministro mundial de petróleo.
A pesar de reiteradas amenazas en años anteriores, Teherán no ha procedido hasta ahora con el cierre de este paso marítimo estratégico.
Diversos análisis señalan que un bloqueo prolongado podría provocar un aumento de hasta 70% en el precio del crudo, con efectos inflacionarios globales.
Sin embargo, se estima que existen opciones menos extremas, como el hostigamiento selectivo a embarcaciones o el uso de minas y drones, con impactos localizados en la logística marítima.
Hasta el viernes, los envíos de petróleo desde la región continuaban sin variaciones relevantes, y los despachos de crudo iraní incluso mostraban incrementos.
No obstante, algunas autoridades marítimas han emitido advertencias preventivas sobre el uso de la ruta.
La reciente interferencia en señales GPS ha afectado a casi 1.000 embarcaciones por día desde mediados de junio, dificultando las condiciones de navegación y contribuyendo a incidentes como el choque de un petrolero, que no fue vinculado oficialmente al conflicto.
Expertos mencionan que Irán también podría replicar tácticas utilizadas en el mar Rojo por fuerzas no estatales, como el uso de misiles balísticos o drones navales, con efectos disuasivos sobre el tráfico internacional.
Los campos petrolíferos regionales, así como la terminal iraní en la isla de Kharg, figuran como posibles puntos de tensión.
Un eventual ataque a esa terminal, según fuentes consultadas, limitaría los ingresos iraníes pero abriría el camino a una respuesta proporcional contra activos similares en la región.
Aunque Irán ha emitido amenazas en el pasado, nunca ha ejecutado un cierre prolongado del estrecho.
Algunos analistas indican que un bloqueo total podría ser contraproducente, tanto por el impacto interno como por la reacción de aliados comerciales como China.
Las estimaciones indican que las reservas globales de crudo y combustibles suman al menos 5.800 millones de barriles, frente a un tránsito anual por Ormuz de unos 7.300 millones de barriles, lo que proporcionaría un margen de maniobra temporal ante una interrupción parcial.