Estados Unidos y Australia firmaron un acuerdo de cooperación que busca reforzar la producción y el procesamiento de minerales críticos utilizados en industrias tecnológicas, energéticas y de defensa.
El pacto establece inversiones conjuntas en minas y plantas de refinado en territorio australiano, con el objetivo de garantizar suministros estables de tierras raras y otros materiales esenciales.
La medida surge en un contexto de restricciones impuestas por China a la exportación de estos minerales, lo que ha afectado a las cadenas globales de producción.
De acuerdo con los datos oficiales, ambos gobiernos destinarán más de USD 1.000 millones cada uno en los próximos seis meses para poner en marcha los primeros proyectos.
El plan incluye la financiación de una refinería de galio en Australia Occidental, con capacidad estimada de 100 toneladas anuales, que contará con el apoyo del Pentágono.
En total, Australia dispone de un portafolio de proyectos mineros valuado en USD 8.500 millones, orientado a incrementar la oferta de minerales estratégicos y reducir la dependencia de un solo proveedor global.
El acuerdo se da en medio de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, luego de que el país asiático aplicara restricciones adicionales a la exportación de tierras raras y metales como el galio, germanio y antimonio.
En respuesta, Washington busca diversificar sus fuentes de abastecimiento y establecer alianzas con naciones que poseen grandes reservas de estos recursos, entre ellas Australia, que ocupa el cuarto lugar mundial en yacimientos de tierras raras.
El encuentro también incluyó temas vinculados a cooperación militar y acuerdos de defensa, entre ellos la venta de submarinos nucleares y aeronaves no tripuladas como parte del pacto Aukus, firmado entre Estados Unidos, Australia y el Reino Unido en 2021.
Asimismo, se abordaron aspectos arancelarios y de inversión bilateral, en el marco de la política de fortalecimiento económico y comercial entre ambas naciones.
El acuerdo minero se considera parte de una estrategia más amplia para desarrollar cadenas de suministro alternativas, capaces de sostener la demanda de materiales esenciales para la fabricación de vehículos eléctricos, semiconductores y equipamientos tecnológicos avanzados.