
Según información de la Oficina Presupuestaria de la Casa Blanca, se instruyó a las agencias federales a ejecutar planes de contingencia tras expirar el plazo de financiación en el Congreso, lo que provocó el primer cierre gubernamental en casi siete años.
La medida interrumpe servicios públicos no esenciales y afecta a cientos de miles de empleados federales.
El bloqueo político en torno a las partidas presupuestarias relacionadas con el sistema de salud impidió la aprobación de un proyecto de ley de gasto, generando un escenario de incertidumbre sobre la duración del cierre.
La interrupción de fondos también retrasaría publicaciones de datos clave, como el informe de empleo de la Oficina de Estadísticas Laborales, limitando el acceso de la Reserva Federal a información crítica para la definición de su política monetaria.
La situación se suma a la salida programada de aproximadamente 150.000 trabajadores federales a partir del 1 de octubre bajo esquemas de renuncia diferida, lo que podría profundizar el impacto en determinadas regiones del país, como el área metropolitana de Washington D.C.

La Oficina Presupuestaria del Congreso recordó que en el cierre parcial de 2018-2019, que se extendió cinco semanas, la economía estadounidense dejó de recuperar USD 3.000 millones de los USD 11.000 millones que se perdieron en producción durante ese periodo.
Demócratas y republicanos mantienen posiciones enfrentadas sobre el financiamiento sanitario y otros temas incluidos en el presupuesto. El Senado permanece en sesión con votaciones repetidas, sin señales de un acuerdo inmediato.