Israel ejecutó una ofensiva aérea sobre territorio iraní en la madrugada del viernes, impactando instalaciones militares y nucleares, según reportes de medios internacionales.
Las explosiones se registraron en varias zonas del país, incluyendo la ciudad de Natanz. El hecho fue informado por cadenas estatales y portales locales.
La respuesta oficial de Irán incluyó una advertencia de represalia, dirigida tanto al gobierno israelí como a Estados Unidos, que negó participación en el ataque.
De acuerdo con las primeras evaluaciones, el ataque tuvo como blanco emplazamientos relacionados con el programa de misiles balísticos y enriquecimiento de uranio.
La televisión estatal iraní informó sobre la posible muerte de altos mandos militares. Algunos sitios alcanzados se encontrarían a gran profundidad, como el centro de Fordow, ubicado bajo tierra a más de 60 metros de profundidad.
Fuentes de seguridad citadas por medios internacionales señalaron que una intervención prolongada sería necesaria para deshabilitar completamente las instalaciones.
Se mencionó el uso de bombas perforantes de alto impacto como las adecuadas para este tipo de objetivos. Desde Estados Unidos se indicó que no participaron en la operación, pero se mantiene la expectativa sobre un posible involucramiento si escalan los enfrentamientos.
Desde Teherán, autoridades indicaron que las represalias dependerán del impacto del ataque y de los objetivos alcanzados.
Entre las posibilidades que se manejan están acciones sobre infraestructuras civiles o militares de Israel, así como posibles incidentes regionales con alcance en países vecinos. También se mencionaron amenazas hacia rutas comerciales en el Golfo.
Tras el ataque, los mercados reaccionaron. El precio del crudo registró un alza y algunos índices bursátiles descendieron, mientras los inversores se desplazaban hacia activos considerados más seguros.
Algunos aeropuertos en Medio Oriente restringieron sus operaciones y varias naciones ajustaron sus protocolos de seguridad aérea.